CRÓNICAS DE UN GAYMER REGIO#3

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El sábado 6 de noviembre, a las 9:00 pm, regresamos a Shibuya Station para la reunión gaymer que ya habíamos anunciado en redes como un evento gratuito para la comunidad. Desde que llegamos, el equipo de Shibuya nos recibió con la misma atención y amabilidad de siempre, poniendo todas las facilidades para que montáramos lo necesario sin contratiempos. Durante los primeros minutos, Agni, David y yo (Cocas) estuvimos buscando el mejor lugar para colocar el proyector, procurando que todos pudieran ver bien sin estorbar las zonas donde se jugaría o se bailaría. Y mientras eso sucedía, Sebastián y Chespin prestaron sus cuentas, prepararon sus consolas y dejaron todo listo para que tanto Fortnite como Pokémon Unite estuvieran disponibles desde el inicio.

La forma en que estaba distribuido el espacio permitió que todo se integrara de manera muy natural: algunos entraban de lleno a las partidas de Unite frente a la pantalla principal, otras personas se acercaban al proyector para bailar Just Dance, y varios alternaban entre una actividad y otra. El ambiente se mantuvo dinámico y cómodo; era fácil animar a quienes bailaban, pedir la canción que querías intentar, unirte sin presión y luego volver a alguna partida. Esa mezcla de juego y baile es justo lo que define nuestras Gaymer Nights: un espacio donde cada persona puede sentir apoyo, perder poco a poco la pena y disfrutar la noche sin sentirse fuera de lugar.

Fortnite tuvo su momento cuando Sebastián y Chespin mostraron sus skins, bailes y canciones, aunque la mayor parte del tiempo la pasamos entre las coreografías del Just Dance y las partidas de Unite, que atraparon a muchos durante horas. Varios comentaron que el tiempo se les fue sin darse cuenta, porque siempre había algo que hacer, ver o animar.

Entre tanto movimiento, las aguas y sodas fueron esenciales, sobre todo para quienes bailábamos todo el tiempo, mientras que el ramen del lugar acompañó los descansos y conversaciones rápidas entre una actividad y otra. La energía acumulada terminó empañando los vidrios del local, un reflejo claro de lo muy activa que estuvo la noche.

Cinco minutos antes del cierre, decidimos terminar la reunión con un último momento compartido: bailar Rasputin. No fue improvisado, sino una forma clara y directa de cerrar la noche con algo que todos pudieran vivir juntos. Participamos todos con la misma energía con la que comenzamos y con la sensación de que la noche había valido completamente la pena. Al final, aprovechamos para invitar a todos a la Posada Gaymer de fin de año, que se llevará a cabo el sábado 13 en el Salón Valerie’s.

Así concluyó nuestra reunión de Gaymer Nights en Shibuya Station: organizada, activa, participativa y con un ambiente que reflejó exactamente la comunidad que seguimos construyendo.


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