Los videojuegos han pasado de ser un simple entretenimiento a ser reconocidos como una herramienta con potencial terapéutico. Aunque se necesita más investigación, los hallazgos actuales indican que, con un uso equilibrado y consciente, pueden ser beneficiosos para la salud mental, aliviando el estrés, mejorando el estado de ánimo y fortaleciendo las habilidades cognitivas.
Al completar objetivos y superar desafíos dentro del juego, el cerebro libera dopamina, un neurotransmisor asociado con la recompensa y el bienestar. Mejorando y fomentando la resiliencia y motivación, ayudando a los jugadores a sentirse más capaces y exitosos en su vida fuera de la pantalla. Además, los juegos que fomentan la interacción social, como los multijugador en línea, pueden reducir el sentimiento de soledad y promover conexiones significativas.

Los juegos «violentos» pueden ayudar a los jugadores a canalizar sus emociones negativas, como la ira y la frustración, hacia un entorno seguro y controlado. De esta forma, el juego se convierte en una vía de escape para procesar sentimientos intensos sin consecuencias negativas en el mundo real.
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